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jueves, 11 de febrero de 2010

Micro-cuento Inexistencia.

A continuación les dejo un micro-cuento bastante peculiar e interesante, se títula: Inexistencia:


Inexistencia.


El joven alquimista se preparaba para su iniciación próxima,  dotado de neófita

sabiduría recorría los pasillos secretos del Gran Palacio, donde yacían miles de

 recuerdos, miles de maestros y espíritus, miles de fronteras que doblegar. Y

comenzó a correr, con la furia solar en su cuerpo, impulsado hacia un portal

iluminado su ser se abalanzó, su espíritu en estado de éxtasis a su cuerpo

dominó, y a su mente controló.

Entró a una sala, ahora cubierto de blancas vestiduras y con la frente untada con

oleo bautismal. Tomó entre sus manos un extravagante libro, con inscripciones de

un idioma el cual no había visto jamás, se sumergió en un sueño profundo y su

espíritu flotó en el universo astral…

El hierofante lo esperaba con paciencia y tranquilidad, lo Despertó de su sueño y

vino a su conciencia avivar. El alquimista se reincorporó hablando en lenguas

 impronunciables del cual solo entendía el hierofante; superó los Guardianes de

los umbrales. El tiempo se distorsionó, calló hacia abismos, cruzó el tenebroso

pasillo… al Salón SOLAR DE Oro llegó. Las felicitaciones se precipitaron

raudamente. Entre agasajos y fiesta fue recibido el iniciado. Le revelaron su

verdadero nombre: Francisco Isaac de la Cruz. Luego del banquete descendió

del Astro, al cuarto Planeta, impulsado por sus numerosas

alas orificadas, y montado en el Fénix Universal. Llegó sin tocar el fondo terrenal,

mas el rayo solar ingreso por sus ojos, y su memoria consiente se vino a iluminar,

y cae rendido antes sus recuerdos e imágenes que se le vienen a presentar.

Corrió aterrorizado escapando de la habitación del pórtico, asustado por la

imagen que su divina mente le mostró, y se acerca a su maestro sollozando,

asustado e iluminado… Y la Luna fulgurante apagaba a las tímidas estrellas...

Despierta el loco encarcelado, y azotado es por el verdugo, su condena: la muerte,

 la razón: su locura. Valeroso ante el concejo de “Una profanada

Orden de Thule”  se presenta, y siguiendo el ejemplo de Giordano Bruno, que

cuando injustamente fue condenado a la hoguera, pronunció sus palabras, con

voz imperecedera. Y el condenado habló de la siguiente manera:

“Y ustedes condenan al in-condenado por los dioses,

Pues son perversos seres que aborrecen a la Luz…

Mas vengan sin vacilar, ante mi invulnerable fortaleza,

Pues su fe ciega, ya muerta es por mi cruz”

Y sin temores, en silencio su alma se mantiene, serena esperando desencarnar, y

al momento sus labios se mueven presurosos, movidos por fuerzas eléctricas de
                  
origen celestial, entonando un himno de insondable hermeticidad. Y dijo:

“Vi en el cielo rayos que descendían,

Y el miedo se apoderaba de todos,

Mas me abalancé sobre la luz misteriosa,

Sin sufrir daño alguno.

A mi alrededor la gente se desintegraba,

Y vino el pavor a mi Ser, a corromper,

Mi cuerpo, sin energías caía,

Mi espíritu, no podía contra tanto poder.

Corrí hacia un lugar seguro,

Y la Luz catastrófica, no me alcanzó…

Desperté, mi mundo fue devastado…

Arenas cubrían edificios…

En el horizonte marino se divisaba una fulgurante estrella de Luz.

La gente lloraba la muerte de los muchos,

Mas mi ser, sabía que todo esto debía de ocurrir…

Se eleva mi cuerpo por sobre escombro de edificios esféricos,

Y de construcciones que nunca en la tierra los ojos pudieron concebir…

Y el Sol brillaba con furia cegadora

Y la cruda noche caía con tristeza abrumadora...”

Y fue muerto el guerrero de la verdad. Del firmamento una descarga descendió,

la Luna se tiñó de sangre, y el Sol su furia sobre la humanidad desató…

Y tal cual como dijo el maestro del “asesinado por delirio” se cumplió:

 "Se invertirá el flameante Sol, se invertirá el rostro de la preciosa Luna"

“Bajará la sangre por las Piedras y por los Árboles, por Santa Justicia”

Y luego de los eones del Cataclismo, se volvió a erguir la nueva raza, la sexta que

a la tierra vino a habitar, y el Maestro “ Caelites Potentis” pronunció con voz
                                    
 sublime y avasalladora:   

“La Palabra dice que del fruto prohibido no volváis a comer nunca jamás…”

Y súbitamente, cuando Francisco de la Cruz, decidió acercarse, para poder su

discurso, a los sobrevivientes dar, escucho una voz que le habló sin vacilar:

- ¿Acaso crees que eres libre Francisco?, yo soy el dueño de esta historia, yo te

escribo y te doy vida, ¿Crees que dirás palabras tuyas?, imposible, tú, solo eres

un personaje de mi imaginación, solo eres parte de mi historia.

- ¿Pero cómo voy a ser personaje de tu historia? Si… Yo existo, yo vivo y siento.

- Tú no existes, tú no vives en otra parte si no es en mí, soy el que te       

Escribe y da vida… Mas no Soy Dios…

- Mas entonces, como puedo hasta recordar el instante de mi Iniciación: El Templo

 ornamentado, Los dos pilares principales develados , las Espadas,

 el Fuego, los demás Iniciados, el Altar, el Gran Libro…

-¡Cállate vocinglero!, esas son vivencias mías, ¡no cuentes los secretos guardados

bajo juramento!, tonta creación, por tu estupidez y subordinación, y por

creer que de verdad existías, borraré tu historia… Nunca exististe, nunca has

 existido. Y si fuiste algo, lo fuiste solo en Mí… Y nadie más que Yo puede pensar,

 y escribir en ésta obra, pues solo Yo Existo, pues soy el Principio y el Final…

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